Hay algo que tienes que saber y nunca te diré: No soy el hombre de tu vida. Ni tampoco el hombre de tus sueños. Te diré por qué no soy el hombre de tus sueños y espero que lo entiendas para que te puedas alejar.
Soy impulsivo y reflexivo, impredecible y calmado, y… raro. Si, ese último adjetivo es el mejor. Que no es lo mismo que diferente. Bueno, diferente también. Pero eso es culpa del ambiente. No soy ni del este, ni del oeste, ni de aquí, ni de allá. Que mareo.
Simplemente, soy del mundo, del planeta tierra, una mente sin fronteras ni raíces que me hagan quedarme quieto en un sitio sin buscar prosperar. Las banderas de colores no me representan y de las religiones solo me quedo con sus valores. Eso si soy nacido y criado en una porción de terreno mundial donde la cultura y la educación no se asemejan a la de tu mundo. Ni peor ni mejor, simplemente diferente. Solo fuera de la ciudad se puede bien pensar.

Soy raro y hablo raro. Combino dos acentos diferentes. Y tranquila, lo he oído muchas veces durante muchos años, ya está asumido. También es verdad que hablo con propiedad e intento cuidar cada palabra, muchas veces no con el tono y timbre adecuado. Esto y ame lo decía mi peluquera cuando tenía 10 años… «hablar contigo es hablar con una persona de avanzada edad»
No me considero ni inteligente, ni listo, si un poco sensato… cosa fácil en esta sociedad. En realidad solo aprovecho la oportunidad que mis padres me brindaron al abandonar su país. No me gusta que se me estigmatice por haber preferido estudiar en una universidad. No me garantiza nada, pero para mi es un paso más en la escalera de la libertad.

Amo dormir, pero no demasiado. Prefiero despertar cada día temprano, pasear por la naturaleza y pedalear hasta que la marihuana se me suba a la cabeza. Esto como norma general. En cuestiones personales amo fotografiar, escribir las paridas que mi mente me quiera regalar y correr unos cuantos kilómetros cada dos días con mi Koda al lado. Ya tendré tiempo de dormir cuando muera. Aunque eso si, sueños no me faltan.
Las conversaciones banales a veces me aburren. Me gusta lo profundo, aquello que llega al alma, desarrollar ideas y debatir tesis que se rompen con una simple anti-tesis creando, de esta manera, una síntesis que jamás sabremos si es real. Y me da igual. No busco la verdad absoluta. Porque solo absoluto existen los valores.
Y algo más ya no aborrezco las relaciones esporádicas. Para mi ya no es necesario que haya sentimiento, aunque si es importante conocer con quién compartiré parte de mi tiempo. Y saber que aunque no exista aún un nombre yo hago y amo el amor. Y amar es un proceso que se inicia en la amistad. Y la amistad se cobra con confianza. Y la confianza quita muchos miedos.
Sabes por eso, y por mucho más, se que no soy el hombre de tu vida.
Ya te contaré más.
¡Hasta la próxima!