Siempre he creído que las cosas suceden por alguna razón. Puede que en un principio nos cueste entender el por qué, pero con el tiempo todo es más claro. En esta entrada me pongo en la piel de mi perra Koda, a quién conocí por casualidad pocos meses después de empezar este blog.
No sé qué sucede… todo vibra y no hago más que oler a sal y a otros perros que no hacen más que ladrar y no saben comportarse. Repito, no sé qué sucede, me encuentro aquí sola dentro de un barco y no sé muy bien por qué...
Yo me he levantado esta mañana con mi dueño después de 2 meses de conocerlo y desde entonces no hemos parado quietos ni un momento: maletas, barcos, buses y ahora me encuentro encerrada en una jaula… me siento un poco nerviosa.
Mi amo(r) aseguró antes de irse a comer que volvería, y cada vez que me ha prometido algo siempre lo ha cumplido. A pesar de estar en esta jaula encerrada, siento que a su lado estoy segura y nada malo me puede pasar. Prometió volver durante el horario de visitas pero seguro que siendo como es volverá cuando le de la gana sin hacer caso a los horarios restringidos... así es él, sin normas.
La verdad es que ya hacía varios días que notaba algo raro en el ambiente, no sé, como si algo fuese a pasar, y efectivamente está pasando. Repito, sigo un poco nerviosa y solo quiero que vuelva ya.
Ahora estamos aquí, en mitad del Mediterráneo, pero hasta hace unos días estábamos pasando uno de los veranos más atípicos que mi amo(r) ha pasado, o eso dice y no para de repetirlo. Soy lo mejor que le ha pasado este verano, y quizás lo único bueno, junto a su grandísima familia. Pero antes de eso tuve que vivir algo muy diferente, la verdad es que han pasado ya 6 meses de vida y 2 meses de cuidados y regaños como adoctrinamiento por parte suya. Y siento que he sido muy afortunada.
No sé muy bien que soy, ni quien es mi madre, ni mi padre, pero eso no me supuso ningún problema para vivir. Mis primeros amos me querían mucho y pero no tenían mucho tiempo para mí, aunque me enseñaron a sentarme y a dar la patita, eso sí, con una recompensa de por medio, que no soy tonta. Pero como muchas cosas en esta vida, nos responsabilizamos de cosas que quizás no deberíamos.
Lo dicho, mis amos me querían, pero no los veía mucho, y de ahí viene mi soltura para desenvolverme con la gente y con otros perros. Adoro que me mimen y me acaricien, y esta costumbre la pillé en la calle vagando sola para buscar algo de comida y de bebida.
Buscando comida y bebida hasta que él me encontró a mí o lo encontré yo a él... Solo sé que olía a comida y yo me acerqué… que causalidad que mi antigua casa estuviese cerca de ese restaurante donde me dio una exquisita comida y que causalidad más grande aún fue que me rescatara el nuevo camarero… Por eso sé que soy DESTINO.
Justo antes de ser atropellada por un camión de agua me cogió en brazos y buscó por todos sitios un cordel para atarme y evitar que me perdiera, pero como buena cachorra todo lo mordía y rompía. Hasta que me subió a su vehículo que más adelante significaría mi acceso a lugares inhóspitos sin explorar.
Policía, Tato el de la perrera y unas ganas tremendas de quedarme dentro de ese coche. Pero no pudo ser y me llevaron a un sitio muy oscuro y maloliente llamado perrera.
Comía y cagaba en el mismo sitio y mis otros compañeros tenían pulgas y mucha tristeza. Ojalá nunca tenga que volver ahí y ojalá que ningún perro entre más ahí.
No tardó mucho en aparecer. Me lo prometió. Volvió a por mí al cabo de 3 días, con 15 euros y una “dueña postiza” para firmar los papeles del traspaso. Me llevó a su casa y me sentí a gusto, el suelo estaba fresquito y nada más llegar mi amo(r) me dio mi primer baño y me quito toda la mugre que había acumulado. Recuerdo que tenía hambre y él me alimentó, recuerdo que olía mal y él me lavo, recuerdo que estaba falta de cariño y él me lo dio desde el principio… si también me dio unas cuantas palmadas en el culo cada vez que meaba dentro de casa. Pero aprendí y hasta hoy el balcón y la calle son mis baños personales.
Con los papas de mi dueño tuve una difícil relación desde el principio, pero con el paso de las semanas se fueron adaptando a mí, tanto que incluso J.J, el peque de la casa, se acabó encariñando conmigo y jugábamos como bebés. Y ahora tengo un poco de miedo por qué no sé qué es lo que va a pasar, pero confío en él, que nunca me suelta cuando hay peligro, que siempre me saca de fiesta aunque no podamos entrar a ninguna discoteca. Y sé que soy destino. Su trabajo inolvidable con italianos, mi aparición en ese restaurante y la foto que enseñó a aquella joven camarera que resultó ser conocida, todo en conjunto se convirtió en una historia fácil de recordar y que durará lo que la naturaleza quiera que dure.
Lo único que sé es que mientras estemos juntos no me importa lo que suceda, porque yo lo cuidaré a él y él me está cuidando a mí y eso es lo único que importa: Somos el uno para el otro, y aunque algunos días esté más esquiva y borde con él, no debo dejar de recordar nada, ni lo bueno, ni lo malo, sino lo que queda. Empieza a cambiar el olor del ambiente y me tengo que portar bien que este va muy cargado, no debo estirar que como me pierda. Ah! No! Que tengo pasaporte y chip y por si acaso rabia, y 1 vacuna de baby. Con pienso bueno y alguna que otra recompensa más. Hora de bajar, Hasta aquí ha sido todo por hoy, espero que te haya gustado.