Por allá, en los años 98, se jugó el mundial de Francia, ganó brasil.
También ganó por 9 goles a 0 a un equipo que no juega justo desde ese año y ahora lo hacen no para ganar ni para perder, sino para disfrutar de algo histórico para el futbol y para derrumbar estereotipos sin sentido.
Hablo de la Selección Colombiana de futbol capitaneada por Mario Yepes y dirigida por Pékerman. Campeones o no se ha demostrado que las sorpresas son posibles y nada está escrito.
Pero hoy no vengo a escribir acerca de fútbol ni de elogios o similar. Vengo a hablar de identidad.
Hace unos años subí, junto a mi moto y un montón de recuerdos a la espalda, a un enorme barco con billete a la ciudad de Barcelona. La fecha de regreso no estaba escrita, sabía que a partir de ese momento no tendría el respaldo emocional que me brindaba mi familia y amigos, y que debía empezar un nuevo capítulo.
Al poco de llegar me encontré en un dilema, con una pregunta, uno de los primeros dilemas de a vida adulta:
“¿De dónde eres?”.
¿De dónde soy? ¿Ser? Existo en el mundo, por lo que respondí un enérgico:
“Del mundo”
Supongo que a quien preguntaba le debí parecer una persona poco cuerda, esa no es la respuesta que da alguien del mundo. Somos tantos los “locos” en el mundo… cada uno a su manera. Depende del grado, pero dicen que las mejores personas lo están. Conozco a muchos.
“De donde soy”, “a donde voy” ,“de dónde vengo”, en eso pensaba continuamente … Más adelante me di cuenta de que eso nos pasa a muchos y que aparentemente tiene nombre y de que se trata de un conjunto de cosas y no solo de algo aislado.
Madurar, le llaman.
La identidad tiene varias acepciones en la actualidad. Un ejemplo:
Caso Marta, o Fernando, da igual, padre y madre colombiana. Según la ley, no está en derecho de desplazarse fuera de la frontera continental sin antes pasar el debido control y papeleo pertinente.
Caso Mohamed o Antonio, también da igual, en el trabajo sus compañeros le hacen la vida imposible.
Néstor, acaba de llegar a la empresa y ya ha observado de quien puede nutrirse para conseguir lo que quiere y escalar posiciones en poco tiempo.
En común, la identidad; de diferente, tantísimas cosas.
TODO EMPIEZA AL NACER
Todo lo que vemos y oímos en nuestra infancia nos determina y nos enseña la realidad. Cuando nacemos, es común que nos planten delante de una televisión a ver anuncios y esto sumado a la falta de criterio propio dada la edad para distinguir que es ficción y no realidad lo que estamos viendo, son un el escenario perfecto de control: «Yo quiero ese perfume, ese coche, esa cafetera».
Años y años de ventaja, incluso décadas, siglos, y quien sabe sin milenios de experiencia transmitida en los genes y almacenada en uno de los cerebros o almas de las que disponemos para crear perfectos consumidores.
Después vamos al colegio, y en los uniformes viene otro de los fuertes del control, la división por sexo.
Alejandra llevaba uno de color rosita y Steven, de color azul. ¿Y todo esto para qué? Para entretenernos, creo yo, en disputas absurdas y sin sentido, todo ello relacionado con el poder y los deberes de cada raza o género, de lo que discutiremos entre nosotros con el paso de los años.
Y mientras tanto, en la calle se originaron los estereotipos según la procedencia, la orientación sexual o los rasgos físicos: estigma le llaman los expertos.
A partir de ahí todo fluye, el odio por lo desconocido o racismo, el amor hacia los colores de la bandera del lugar donde se nació, que solo hace que producir más división en el mundo y una larga lista más de situaciones que tienen en común la identidad.
Es el trabajo de todos nosotros y de cada una de las instituciones el hacer un mundo mejor y más humanizado, empático y libre, comprensivo con su alrededor y entendedor de que convive en sociedad.
De lo contrario pasa lo que se ve a diario. De alguna manera u otra todos estamos expuestos a ser manipulados.
Repito, ánimo a la selección Colombia de futbol.
¡Hasta la próxima!
Ricardo A. Nieto
Creativo Multimedia